Miki y Cari estudiaron juntos ADE en la Universidad Autónoma de Madrid, eran compañeros de clase, y una noche que se encontraron por casualidad, comenzaron a hablar y surgió algo especial. A partir de entonces, él le pedía los apuntes, aunque no entendiera su letra, para poder entablar conversación con Cari y llevarla a casa en coche al salir de clase, y así empezó todo y desde entonces se convirtieron en inseparables.

Miki muy elegante con chaquet azul marino de la sastrería Jajoan y llevaba reloj y gemelos, regalo de compromiso de Cari, con sus iniciales grabadas, la fecha de la boda y las palabras «Sí, quiero». Se los entregó en Praga sobre el puente de Carlos y poder corresponderle así a su pedida en el mirador de San Nicolás de Granada en la que él le había entregado el anillo.

Su vestido fue realizado a medida en el atelier de Laura Monge. Tenía una idea muy clara: entrar velada a la iglesia y un vestido sencillo, en crêpe de seda natural, con caída, de manga larga y con sobre cola que lo hiciera aún si cabe más espectacular para la ceremonia. Respecto de los zapatos, se los hicieron a medida en Keli&Salo, en piel color dorado y ante rosa cuarzo.

Como joyas, llevaba su anillo de pedida y los pendientes que había usado su abuela en el día de su boda, allá por los años 30. También llevaba una corona de flores de porcelana y tela, realizada por Tocados Le Touquet. Del peinado y maquillaje se encargó Sandra, del equipo de Beny Sanz.

Su ramo de flores, regalo de sus amigas, las coronas y ramos de las niñas del cortejo y toda la decoración de la finca fueron obra de María Salazar.

Después de año y medio de mucha ilusión y preparativos llegó su gran día. Durante todo este tiempo contaron con la ayuda de su wedding planner Lorena de la Balsa para toda la organización de la boda, así como para la coordinación, ya que se encargó de la decoración de la finca y de supervisar que todo saliese tal y como habían planeado.

Celebraron una fiesta preboda la noche de antes. Y se casaron al día siguiente a las seis de la tarde en la Parroquia de Santa Teresa y Santa Isabel en el castizo barrio de Chamberí de Madrid. Esta Iglesia siempre había tenido un significado especial para ellos.

La celebración posterior tuvo lugar en la finca Espino de Torote, que se encuentra cerca de Madrid. Gracias al buen tiempo, pudieron celebrar toda la boda al aire libre en los espectaculares jardines. El catering fue servido por Daniel Catering. Para amenizar el cóctel contrataron al Coro rociero del pueblo de Córdoba de Cari para que así muchos de los invitados se pudieran sentir como en casa.

Para el reportaje fotográfico confiaron en Lucía Romero y para el vídeo en Marta Mendoza, y quedaron encantados con el resultado de su trabajo.