Reconozco que este verano he echado en falta el coger un avión y escaparme lejos para descubrir un nuevo destino, como había hecho en años anteriores.

Claro, que he tenido un muy buen motivo para no viajar demasiado y es que estando ya en mi sexto mes de embarazo y con mi gordita de aquí para allá las pretensiones eran otras.

Yo siempre solía dedicar tiempo de las vacaciones para aprovechar a conocer un lugar en el que nunca hubiésemos estado antes. Era emocionante preparar el viaje pensando en todo aquello que me gustaría visitar y descubrir. Pues este año he redescubierto sitios en los que había estado muchas veces pero que, precisamente por visitarlo con Valentina, he podido disfrutarlos aún más.

He aprovechado para pasar tiempo en familia, para ver a mis amigas de siempre, para bañarme en la playa de San Lorenzo donde me bañaba de niña, para disfrutar de los helados de cucurucho, para hacer castillos en la arena, para caminar de la mano de los abuelos, para volver a recorrer Asturias…

Todos estas día aquí me han hecho sentir más niña. Pero sin duda, lo mejor de este verano, ha sido ver a Valentina disfrutar de todo este maravilloso entorno. Verla en los mismos sitios a los que yo solía ir cuando era pequeña ha sido genial.

En definitiva, este ha sido un verano genial y al igual que siempre el Norte nunca nos defrauda.